EL SILENCIO ANTES DEL INCENDIO
Esta mañana,
el sol no había ganado la batalla a la niebla,
y ya mi casa ardía en pequeñas llamas invisibles.
Mi hijo, pequeño torbellino de carne y preguntas,
jugaba a no escuchar,
a probar si mi paciencia tiene fondo.
Y yo, con la voz firme pero rota por dentro,
llamaba a la calma que no encontraba.
No grito.
No levanto la mano.
Pero a veces siento que mi alma sí lo hace,
golpea las paredes desde adentro
y me pide una tregua.
Mi esposa
—con su modo agudo de rozar donde más duele—soltó una frase.
Una chispa.
No era una guerra, pero olía a pólvora.
Y entonces me vi en el espejo de mis propios límites.
El reloj marcaba el apuro.
El corazón, la angustia.
El orgullo, las ganas de quedarse a gritar verdades.
Pero elegí irme.
Cerrar la puerta antes de que cerráramos más.
Me salí de escena.
No por cobardía,
sino porque entendí que hay guerras que se ganan con retirada.
Que hay silencios más poderosos que mil gritos.
En el trabajo,
la rutina no preguntó cómo estaba.
Pero mis pensamientos seguían en casa,
donde quedó un niño que me necesita,
una mujer que quizá no entiende mi modo de proteger,
y un padre que solo quiere hacerlo bien…
aunque a veces no sepa cómo.
© Corazón Bardo 11/07/2025
¡Maldita muerte y su
causa cruel!
A mi corta edad,
enfrentar este dolor,
¿qué hice para
merecer tan dura piel,
donde el sufrimiento
ahoga mi interior?
Veo descansar para
siempre en el sueño,
los ojos que amaba,
hoy me hacen daño.
¡Maldita muerte y el
adiós tan pequeño!
No hay consuelo ni
alivio en este desengaño.
¿Cómo llevar este
luto tan profundo,
que aplasta mi pecho
y mi alma en el mundo?
Y este niño en mí,
que muere y es vagabundo,
siento su agonía, me
ahoga en lo hondo.
¡Maldita muerte y su
causa fatal!
Que me lleve el río,
si así lo desea,
pues ya me quitaste
los brazos de piedad,
de quien me cargaba
al final de cada jornada.
Que me lleve la
muerte, si así lo prefiere,
pues mi esencia pura,
mi padrino se muere.
¡Maldita muerte!
Déjame llorar sin que me frene,
este dolor profundo
que mi ser detiene.
Desesperado, clamo
por fin la paz,
en medio del dolor
que no cesa jamás.
© LAH Corazón Bardo
Necesito alguien que
rime en mi verso,
que embriague mis
días con luz y sentido,
alguien que me brinde
su amor compartido
y cure mis penas con
un solo beso.
Que su corazón no
tenga receso,
que aliento me dé con
su fuego encendido,
y mire en mis ojos lo
que he querido,
alguien que
transforme el dolor en peso.
Que me haga vivir con
esperanza,
y construya el futuro
con firmeza,
evitando que el ayer
nos alcance.
Alguien que sea sueño
y no cadena,
que en su ser posea
la fortaleza
de amar sin ataduras,
sin pena.
© LAH Corazón Bardo
Señora errante y
pasajera,
como un viento sin
regreso, tan intenso,
de beso en beso, en
tu andar incienso,
dejas pesar al rozar
tu hoguera.
Llegas, dulce y
falsa, con fervor,
tu aliento es fuego
ardiente, desafiante,
desprecias al amor
con gran clamor,
encadenada a un
destino distante.
Has cautivado a
muchos en tu sendero,
has tenido a todos
bajo tu manto,
mas ninguno ha
conocido tu juego.
Bajo tus caricias se
esconde un llanto;
poquísimos saben del
internamiento,
de un esposo en
desventura sangriento.
© LAH Corazón Bardo
En sueños soy la
brisa de un verano,
el sol naciente al
borde del querer,
la estrella que
ilumina tu amanecer,
el eco de tu risa en
el verano.
Quisiera ser el faro
en el océano,
la llama que no sabe
fenecer,
el canto de un
suspiro al florecer,
un verso en el poema
más humano.
Quiero ser la
esperanza en tu mirada,
la paz que buscas en
cada jornada,
el punto donde acaban
tus temores.
Ser la raíz, el
tronco, y la corona,
ser todo aquello que
a tu vida abona,
y en tu jardín, ser
los mil y un colores.
© LAH Corazón Bardo
En prados de hierva mala,
los diablos se hacen
ladrones;
anhelan lo ajeno
en jardines de
flores.
Aún respiran, no han
perecido,
mas ya han profanado
la tierra generosa
que alberga al amor;
evitan herir con las
manos
o renunciar a su
hombría.
En el banco del
esfuerzo,
en el pedestal de los
rosales,
seleccionan frutos.
¿Qué tan sencillo es
para ti,
creerte dueño de la
fortuna,
viviendo de lo
robado?
Intentas alimentarte
sin dar,
sin trabajar ni
sudar.
El ladrón que,
robando,
busca su sustento,
pierde tanto a
cambio,
el poder de su
dignidad;
sin ella, no vale
nada.
© LAH Corazón Bardo
Nodriza, guardiana de
mis sueños,
en tu regazo hallé
consuelo,
como un faro en la
tormenta,
guiando mis pasos con
firmeza.
Eres corazón generoso
y fiel,
prodigiosa en cada
gesto maternal,
tus manos de algodón
envuelven
mis miedos y penas,
con amor eternal.
Tus ojos, cristales
de ternura,
reflejan historias y
enseñanzas,
como gotas de agua
hirviendo,
que curan las heridas
más profundas.
Madre de corazón
amplio y fuerte,
cuidadora de almas
perdidas,
tus palabras son
pétalos de rosa,
fragancia que perfuma
nuestras vidas.
Con cada sonrisa y
regaño justo,
me enseñaste el valor
del amor sincero,
eres más que una
madre, eres un faro,
en la noche oscura,
mi guía y mi consuelo.
Oh nodriza, bendita
entre las mujeres,
con tu presencia y
cuidado desinteresado,
eres el regalo
piadoso de los cielos,
que ilumina mi
camino, siempre a tu lado.
En cada rincón de mi
corazón habitas,
como un recuerdo
sagrado e imborrable,
segunda madre,
protectora incansable,
gracias por ser mi
ángel, mi nodriza admirable.
© LAH Corazón Bardo