En la danza del tiempo dorado,

Donde el ciclo abraza con ternura,

El anciano emana su legado,

Sereno y fuerte en su figura.

 

Firme como roca en el devenir,

Refugio en la tormenta del desvelo,

En cada gesto la experiencia a sentir,

En su abrazo, la verdad sin velo.

 

Padre invencible en senda soñada,

Sus manos acarician con calma,

Palabras como brisa dorada,

Aliento de esperanza en el alma.

 

En el eco eterno de la memoria,

Se graba el legado imperecedero,

Faro en la mar, guía con euforia,

Imagen paterna de afecto sincero.

 

Al ocaso de días ya vividos,

La sombra de sus pasos con pesadumbre,

Mi ser envuelto en sus cuidados,

como un río abrazando la cumbre.

 

En cada acto de justicia arraigada,

Su luz irradia certeza y nobleza,

Guiando con dulce mirada,

Pauta de pureza en la firmeza.

 

En la sombra de su legado irrompible,

Donde el sendero trazado permanece entero,

Su amor nos cobija con ternura imprescindible,

En la luz perpetua de sabia reverencia.

 

En el nieto se refleja su rastro,

En su andar, la valentía cincelada,

Con esperanza en su futuro vasto,

Semilla del legado, en su historia guardada.

 

© LAH Corazón Bardo