En tu rincón más oscuro, eres mala gente,

No mereces mis palabras, ni mi voz complaciente,

Tu ira agota mi paciencia, no eres digno de mi mente,

La furia me embarga al verte, tu actitud insolente.

 

No creas que me intimidas, al pasar por mi frente,

Mis manos no se manchan por vileza insignificante,

La vida y el tiempo destruyen, sin poder ser consciente,

No soy de mármol ni de acero, soy hombre tripulante.

 

A veces pierdo el control sin plegarias, pero prudente,

La vida y el tiempo son justos, en su danza persistente,

Tu mofa llegará a su fin, una condena de repente,

Tu sonrisa irónica desvanecerá, en acto penitente.

 

La marea del tiempo cobrará tus actos, imponente,

El mundo gira constante, en su danza presente,

Es ley de la vida, el que ríe último, ríe naturalmente,

No presumas en tu envidia, lo que no eres consciente.

 

Pese a la bajeza de tus hechos, no guardo rencor, vigente,

Sin embargo, hasta el santo se altera, ante el agravio latente,

La vida nos enseña, en su eterna corriente,

Que el perdón es noble, pero nunca a la insolencia presente.

 

© LAH Corazón Bardo