Vi tu nombre bañado en santidad,

vi tu ternura en su plena realidad;

pero jamás vi tu alma en su inquietud,

ni las brisas que llevaban tu virtud.

 

Cuando te fuiste, dejaste tu esencia,

ahora es relámpago tu ausencia,

que en cada instante clama tu presencia;

lo que quedó de ti es pura dolencia.

 

Ojalá pudiera devolverte y retenerte,

desafiar el tiempo, y no lamentarte,

mi amor que nunca debí entregarte,

para que hoy no tuviera que recordarte

y con el tiempo, talvez pudiera olvidarte.

 

Quizá nunca me heriste demasiado,

como para odiarte tras haber amado,

quizá solo fue un descuido, sin desamor;

Pero aún así, me arrepiento de este amor.

 

Nunca supe controlar mis sentimientos,

me enamoré rápido, sin fundamentos.

Nunca entendí el porqué de tu alejamiento,

hasta este día de mi arrepentimiento.

 

Con el viento tu recuerdo aún canta,

en las noches largas, mi mente espanta;

es mi martirio, mi alegría que alienta,

y en el dolor, un extraño encanto encuentra.

 

Así seguiré añorando,

arrepentido por haberte amado.

 

© LAH Corazón Bardo